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Inventando.

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"Hay simplemente demasiado en que pensar"*


Ando atrasada. Esta columna debió salir el 14 de Marzo. No sucedió. No pude.

Desde entonces demasiadas cosas han pasado en su mundo y el mío. Cuando me fui estaban a punto de votar el proceso de destitución del ex presidente Trump. No se dio porque faltaron los votos. Las pruebas contundentes de su incitación a la revuelta que terminó con la ocupación del Capitolio y del pisoteo de los emblemas republicanos no fueron suficientes para que los republicanos se despeguen de sus curules y voten la condena.

Allí quedó la cosa impune en el mejor estilo de república bananera. Cuando no se ajustan las cuentas siempre se pagan y más tarde será más triste.


Hablando de repúblicas bananeras llegamos a un año del inicio de la pandemia –nada que festejar. El Covid-19 dejó al descubierto lo más feo de la gente, esa gente que desde antes ya era feísima: los políticos en Latinoamérica. En la carrera por vacunarse los gobernantes de turno metieron codo, saltaron la cola y se vacunaron

de solapa nomás, y sin decirle nada a nadie.

En el Perú nos enteramos que el ex Presidente Vizcarra, desde ahora conocido como Lagarto, y 500 de sus seres queridos, y entre ellos dos ministros, se inmunizaron el año pasado mucho antes que los viejitos y los médicos.


En Argentina no fue muy distinto. Sabido es que todos los argentinos son iguales, pero algunos son más iguales que otros; los peronistas son más iguales que los demás. Aquí primero son los pibes peronistas -los viejos ya se pueden morir- y entre los vacunados del año pasado está Kiciloff, el inefable Kichi de 49 años, Gobernador de la Provincia de BsAs y engreído de Cristina. En casi toda América Latina fue igual o peor como en Brasil donde el matón/negador de Bolsonaro dijo que el Covid se iría solito así como vino “por arte de magia”. Mismo Trump. Y así les está yendo, como la mona.

La excepción, honrosa por cierto, es Chile. Record de gente vacunada y vacunas p’a tirar p’al techo.



El tema macro de la vacuna también encierra un subtexto nada despreciable y es la competencia entre Norte y Sur, entre ricos y pobres. A los ricos les toca la Pfizer, la Oxford, la Johnson y Johnson. A nosotros lo que sobre. A los pobres nos disputan los rusos (Sputnik) y los chinos (Sinopharm) a ver quién de los dos agarra más puntos de buen Scout y de paso meten toda la influencia y el “goodwill” que pueden en la región.


A esta alturas a mí me da lo mismo comer chifa o sopa de betarragas (¡que odio!) con tal de vacunarme. Total es lo que hay porque ya los ricos se compraron todo el stock de las buenas mientras nuestros gobernantes veían como se quedaban con la chancha, la plata y la máquina de chorizo y si o no alcanza para comprar vacunas, piña pues.


En Europa el pleito fue por otro lado. La UE decidió hacerle pagar a los British el Brexit –están picadísimos y peor que novia despechada- y salieron con que la Oxford Atra Zaneca de fijo te mataba de un coagulo. Panique generale.

Toda Europa pegó un frenazo, los ingleses se pusieron colorados no se sabe si de vergüenza o de rabia, y los europeos dejaron de vacunar. Total los British les soltaron alguito y los europeos dijeron “excusez-moi” y retomaron la vacuna asegurándonos que es buenísima. Resultado: andan atrasadísimos y deben volver a confinar. Ahora la Pérfida Albión a su vez se quiere vengar y ha dicho que first todos los British y solo después los frogs y los saurkrauts.

Como verán esto sacó lo peor de la gente, los jueguitos de poder al final se pagan con la vida de la gente.


Y hablando de gente despechada tuvimos el espectáculo de Meghan-Harry-Oprah poniendo verde a la familia real y a toda Gran Bretaña.Estos niños-ni tan niños-engreídos, millonarios, cubiertos de ventajas y privilegios, todo gratis, le dispararon varias cargas de profundidad a la Reina con una ingratitud poca veces vista.


Que Meghan no comprenda lo que es una vida de servicio, aunque cuando se casó aseguró que venía para servir, pasa. Total no se formó en eso y era solo una actriz bonita, tercera en un reparto de serie canadiense que poca gente vio.





Pero que Harry –sorry, Haz su nombre californiano-hiera a su abuela que lo adoraba, que mienta para atraerse a simpatía de la gente diciendo que él nunca pudo de niño ir en bici con su padre y luego salgan fotos montando con el príncipe Carlos, que menosprecie el país que él y toda su familia sirvió, y sirve, es francamente una vergüenza.

Cambió una vida de honor y deber exiliarse en La La Land y codearse con las Kardashians en Montecito. De paso les quitó a sus hijos una infancia en el centro de una familia de primitos, tíos y abuelos, la única que tienen.



Y luego me dio un infarto.


Continuará………


*Saul Bellow, 2015

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